en el rocío de la mañana,
sucio y fresco, el melón embarrado.
(Basho)

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la sensación de tocar con los dedos
lo que no tiene realidad —
una pequeña mariposa.
(Buson)

jueves, 21 de octubre de 2010

El juego de cartas
Peter Bichsel (Lucerna, Suiza, 1935-)

El Sr. Kurt no dice nada. Se sienta y observa el juego. Los otros cuatro ponen sus cartas sobre la mesa, los ases y los reyes, los ocho y los diez, las rojas con las rojas y las negras con las negras.

El Sr. Kurt bebe su cerveza templada. Su vaso está dentro de un recipiente cromado con agua caliente. De tanto en tanto, lo levanta cuidadosamente, deja escurrir el agua. Muchas veces lo aparta sin beber, porque está observando el juego.

El Sr. Kurt tiene su lugar en la mesa, nadie sabe desde cuándo ni por qué. Pero a las cinco está allí, saluda cuando es saludado, ordena su cerveza y le traen junto el agua caliente.

A las cinco también están allí los otros, los cuatro, y juegan a las cartas, no siempre los mismos cuatro; los lunes gente más joven, los martes, gente de comercio, los viernes cuatro antiguos compañeros de colegio, promoción 1912, y el resto de los días de la semana, otros cuatro cualquiera. En la punta de la mesa siempre se sienta el Sr. Kurt. Toma una cerveza y se queda hasta las siete. Si el juego está interesante, se queda un cuarto de hora más; nunca se va más tarde que eso.

En el local también se sientan otros, pero ninguno va todos los días. Ni siquiera el patrón está todas las tardes, y la moza tiene franco los miércoles.

El Sr. Kurt no despierta la curiosidad de nadie; sin embargo, en años se ha hecho conocido. En la agenda del patrón está, en el 14 de julio, “Sr. Kurt”. Ese día es su cumpleaños, el Sr. Kurt recibe su cerveza gratis. El patrón no se acuerda de cómo sabe el día del cumpleaños del Sr. Kurt. No es algo que se pueda preguntar al Sr. Kurt.

Después del juego, los cuatro ponen las cartas sobre la mesa, toman el lápiz y cuentan juntos; los perdedores pagan la cuenta.

Luego entran en una discusión sobre reglas y tácticas, se hacen mutuamente reproches y calculan qué hubiese pasado si alguien hubiese tirado el rey después y el diez primero. El Sr. Kurt asiente con la cabeza o hace un gesto de desacuerdo. No dice nada.

Si el Sr. Kurt no conociera las reglas del juego de cartas, en toda su vida no vería más que cartas rojas o negras. Pero conoce las cartas y conoce el juego. Es muy probable que lo conozca.

En el entierro del Sr. Kurt se sabrá todo sobre él, la causa de muerte, su edad, su lugar de nacimiento, su oficio. Tal vez la gente se sorprenda. Y después, porque es inevitable, un jugador dirá que extraña al Sr. Kurt. Pero eso no es verdad, el juego tiene reglas totalmente definidas.